El recorrido de Emma hacia el apartamento
En la primera escena, Emma le comenta a Jerry, no sin cierta nostalgia, que ha pensado en él tiempo atrás, un día en que pasó por el apartamento que alquilaban para verse en secreto. Tras ello, rememora la anécdota, que contiene algunas imágenes sensoriales:
EMMA: El otro día pensé en vos.
(Pausa).
Iba manejando por Kilburn. De repente vi dónde estaba. Paré, así como así, y después doblé en Kinsale Drive y me metí por Wessex Grove. Pasé frente a la casa y después estacioné como una media cuadra más adelante, como hacíamos antes, ¿te acordás?
JERRY: Sí.
EMMA: Había una gente saliendo de la casa. Se fueron caminando por la calle.
JERRY: ¿Qué tipo de gente?
EMMA: Ah... gente joven. Entonces me bajé del auto y subí los escalones. Me fijé en los timbres, ¿viste?, los nombres en los timbres. Busqué nuestro nombre.
(Pausa).
JERRY: Green.
(Pausa).
¿No lo encontraste, no?
EMMA: No.
JERRY: Es porque ya no estamos ahí. Hace años que no estamos.
EMMA: No, no estamos. (72, 73)
Spinks
Pinter proporciona una escenografía austera a lo largo de la obra y no ofrece descripciones físicas de ninguno de los personajes principales. Curiosamente, el único personaje que se describe físicamente es Spinks, un escritor representado por Jerry que nunca aparece en escena. En la escena VI, Jerry dice: “¿Spinks? Es un tipo muy flaco. De unos cincuenta años. Usa lentes oscuros día y noche. Vive solo en un monoambiente amueblado. Un poco como éste, a decir verdad. Es un tipo... sin complicaciones” (113) Estas imágenes físicas dan la impresión de que Spinks es una figura curiosa y enigmática.
El parque
La escena VIII nos muestra a Jerry y Emma en lo que parece ser una situación doméstica, natural, con la aventura amorosa ya consumada. Jerry llega al apartamento que comparte con Emma y la encuentra cocinando un guiso para ambos. En ese momento, le comenta su recorrido hasta llegar allí, en una narración que presenta varias imágenes sensoriales:
EMMA: Bueno.
(Lo besa, sale para la cocina. Ella le habla desde afuera. Él sirve vino).
EMMA: ¿Qué estuviste haciendo?
JERRY: Crucé todo el parque.
EMMA: ¿Qué tal estaba?
JERRY: Hermoso. Vacío. Una niebla muy leve.
(Pausa)
JERRY: Me senté un ratito, debajo de un árbol. Todo tan tranquilo. Me quedé mirando el lago. (127)
Como vemos, la narración sugiere placidez y bienestar, algo que se refuerza luego, con la llegada al lugar en que se encuentra la mujer amada: “Después me tomé un taxi hasta Wessex Grove. Número 31. Y subí la escalera y abrí la puerta de calle y después subí las escaleras y abrí esta puerta y te encontré de delantal nuevo preparando un guisito” (127).
Jerry jugando con Charlotte
A lo largo de la obra, Emma y Jerry recuerdan una extraña situación que ocurrió varios años antes de su romance. En esta historia, Jerry juega alegremente con Charlotte, la hija de Emma y Robert. Se trata de una anécdota que transmite una sensación de pureza, familiaridad y cariño, y que contrasta duramente con el tono cínico y pesimista del resto de la obra. Aunque el recuerdo se repite en varias oportunidades, en la escena VI es cuando más imágenes sensoriales transmite:
JERRY: Escuchá esto. ¿Vos te acordás ―cuándo fue― hace algunos años, que estábamos todos en tu cocina, debe haber sido para Navidad o algo, te acordás que todos los chicos andaban correteando por ahí y de repente la agarré a Charlotte y la levanté bien alto, altísimo, y después la solté y de nuevo para arriba? ¿Te acordás cómo se reía?
EMMA: Todos nos reíamos.
JERRY: Era tan liviana. Y estaban tu marido y mi mujer y todos los chicos, todos ahí parados riéndose en tu cocina. No puedo sacármelo de la cabeza.
EMMA: En realidad fue en la cocina de tu casa. (116)