No me hace falta pensar en vos.
Al comienzo de la obra, Jerry y Emma entablan una conversación cordial en un bar. Poco a poco, la charla se vuelve personal y gira en torno a la aventura que una vez tuvieron juntos. Emma confiesa que a veces piensa en él, y luego le pregunta: “¿Pensás en mí alguna vez?”, a lo que Jerry responde: “No me hace falta pensar en vos” (70). Su respuesta es fría y seca, y puede interpretarse de varias maneras. En principio, parece ser una respuesta calculada para herir a Emma, lo cual revela la insensibilidad de Jerry. Al decir esto, reniega no solo del afecto que se profesaron una vez, sino también de cualquier conexión con ella. Sin embargo, también se podría pensar que Jerry está adoptando una actitud defensiva y, en realidad, piensa a menudo en ella. En cualquier caso, esta afirmación marca el tono tenso y cargado que va a sostenerse durante toda la obra.
¿Sabés de qué me enteré… anoche? Que me engaña desde hace años. Anda… con otras mujeres desde hace años.
Durante la misma conversación en el bar, Emma revela que su marido, Robert, ha tenido aventuras con otras mujeres. De este modo, se establece que el tópico central de esta obra, la infidelidad -que en este caso no es más que otro nombre para la traición-, es una práctica transversal a todos los personajes. Esta idea se refuerza, de hecho, si consideramos que unas pocas líneas antes nos enteramos de que Emma y Jerry han sido amantes. Sin embargo, Emma niega su propio engaño para centrarse en los de Robert, revelando así cierta autoindulgencia. Hasta el final, el problema no son los engaños particulares, los de Jerry, Emma o Robert, sino que ninguno está dispuesto a aceptar la responsabilidad de sus acciones, lo cual los lleva a un ciclo sin fin de traiciones sucesivas.
No, no pensé decírselo a Judith. Parece que vos no estás entendiendo. Parece que no estás entendiendo que todo esto me importa tres carajos. Es verdad que le pegué a Emma una o dos veces. Pero no fue por defender ningún principio. No me dejé llevar por ningún tipo de postura moral. Nada más tuve ganas de darle una buena paliza. Ese gustito… vos me entenderás.
En la escena II, Jerry le confiesa a Robert su aventura con Emma. La reacción de Robert es inusual: apenas parece molesto. En esta cita, Robert revela que todo le “importa tres carajos”, una respuesta insensible que devalúa tanto la importancia de su amistad con Jerry como la de su matrimonio con Emma. A continuación, admite despreocupadamente haber golpeado a Emma por la única razón de que le apetecía “darle una buena paliza”. En este punto, se manifiesta con crudeza la violencia misógina que ejerce este personaje sobre su esposa, una característica que no hará más que reforzarse con el avance de la historia. Además, estas actitudes no hacen sino desacreditar moralmente a este personaje, con quien los espectadores o lectores podríamos haber sentido algún tipo de simpatía al enterarnos de que había sido víctima del adulterio entre su esposa y su mejor amigo.
No quise decir eso. (Pausa). A ver, antes… teníamos inventiva, teníamos determinación, era… parecía imposible vernos… imposible… y sin embargo lo hacíamos. Nos veíamos acá, alquilamos este departamento y nos veíamos en este departamento porque queríamos.
Jerry y Emma deciden terminar con su romance en la tercera escena. La reunión se produce en el departamento que alquilaron para verse en secreto, pero ya pasaron varios meses desde su último encuentro. Aquí, Emma disecciona el desarrollo del vínculo y repara en el amor que una vez sintieron el uno por el otro. Como en otros momentos de la obra, un sentimiento de nostalgia prevalece en los diálogos de los personajes, y aparece la idea de que todo era mejor en el pasado. En efecto, esta cita explicita la razón por la que el vínculo termina: ya no se quieren como antes. Así, en lugar de poner fin a su romance de forma explícita, simplemente se fueron distanciando el uno del otro.
Bueno, para ser completamente honesto, la verdad es que no nos gustaría una mujer dando vueltas por ahí, ¿no, Jerry? O sea, un partido de squash no es sólo un partido de squash, es bastante más que eso. ¿Se entiende? Primero está el partido. Y después está la ducha. Y después está la cervecita. Y después está el almuerzo. Después de todo, uno se la estuvo jugando entera. Uno tuvo su batalla. Lo que uno quiere es su cervecita y su almuerzo. La verdad que uno no quiere que una mujer te ande pagando el almuerzo. La verdad que uno no quiere una mujer ni a menos de un kilómetro de ahí, de ninguno de los lugares, en realidad. No la querés en la cancha de squash, no la querés en la ducha, ni en el bar, ni en el restaurante. ¿Me entendés? En el almuerzo querés hablar de squash, o de cricket, o de libros, o incluso de mujeres, con tu amigo, y poder adentrarse en el fragor del tema sin temor a ser interrumpido inoportunamente. De eso se trata. ¿Vos qué decís, Jerry?
En la cuarta escena, Emma, Jerry y Robert conversan mientras toman unas copas. Cuando Jerry y Robert hacen planes para jugar al squash, Emma se muestra interesada y pregunta: “¿Por qué no puedo mirar y después los llevo a almorzar a los dos?” (100), lo que provoca que Robert profiera este monólogo descaradamente sexista. Tal como analizamos en citas anteriores, Robert es un personaje misógino y violento, y esta cita no hace más que reforzar esta característica. A lo largo de la obra, parece exhibir un profundo desprecio hacia Emma, al tiempo que expresa su admiración por Jerry, incluso después de descubrir que ambos han tenido una aventura. Ciertamente, uno podría preguntarse si esta actitud de Robert hacia su esposa esconde el resentimiento de saberse engañado. Sin embargo, dado su comportamiento, uno apenas tiene que preguntarse por qué Emma decidió engañarlo en primer lugar.
Siempre me gustó Jerry. Para ser franco, siempre me gustó más que vos. A lo mejor yo mismo tendría que haber tenido un affair con él. (Silencio).
Cuando, en la quinta escena, Emma le confiesa a Robert que ella y Jerry tienen una aventura, la respuesta de él es de lo más inusual: parece más desconcertado que enfurecido o decepcionado, como cabría esperar en esta situación. Incluso, como podemos notar en la cita, llega a elogiar a Jerry y a expresar su preferencia por él antes que por Emma. No es del todo claro cómo debe interpretarse este comentario de Robert: si es un chiste, una nueva forma de despreciar a Emma, un modo extraño de poner en valor su amistad con Jerry o una suerte de confesión romántica hacia él. Lo más probable, sin embargo, es que se trate de la misma actitud misógina hacia su esposa que exhibe a lo largo de toda la obra. En otras palabras, expresa su aprecio por Jerry porque no puede culpar a otro hombre de la situación. Al decir que le gusta más Jerry que su esposa, la desprecia al mismo tiempo que lo elogia a él.
EMMA: Para mí también. ¿Y para vos? ¿Todavía te gusta? ¿Nuestro hogar?
JERRY: Es una maravilla no tener teléfono.
EMMA: Y tenerme a mí, ¿es una maravilla?
JERRY: Vos no estás mal.
EMMA: Cocino y me deslomo por vos.
JERRY: Sí.
EMMA: Compré algo en Venecia… para la casa.(Abre el paquete, saca un mantel. Lo pone en la mesa).
EMMA: ¿Te gusta?
Esta conversación se produce en la escena VI, en el departamento que Jerry y Emma alquilan para verse en secreto. La cita es significativa porque ilustra dos elementos conectados del personaje de Emma: el primero, su necesidad constante de construir un hogar en el que sentirse segura y amada. Esta es una de otras tantas veces en las que ella se refiere al departamento compartido con Jerry como un hogar. A su vez, esta cita es reveladora porque da cuenta de una división sexual del trabajo que es transversal a todos sus vínculos. Aunque uno podría imaginar que tener una aventura extramatrimonial le permitiría a Emma escapar de sus obligaciones domésticas, como cocinar para un hombre, la obra muestra que esas dinámicas son duraderas y están sólidamente asentadas en la sociedad: Emma realiza la mayor parte de las tareas domésticas no solo en su matrimonio con Robert, sino también en su aventura con Jerry.
ROBERT: ¿Sabés qué tienen en común Emma y vos? Les encanta la literatura. O sea, les encanta la literatura moderna en prosa, fijate que les encanta la novela nueva del nuevo Casey o Spinks. A los dos los emociona.
JERRY: Debés estar borracho.
ROBERT: ¿En serio? ¿O sea que a vos no te parece que a Emma la emocione?
JERRY: ¿Y yo qué sé? Es tu esposa.
(Pausa).
Esta conversación se produce en la séptima escena, luego del viaje a Venecia que realizan Robert y Emma, y luego también de la confesión de ella, que le cuenta a Robert sobre su aventura con Jerry. Robert tiene una actitud particularmente cínica durante el almuerzo que tiene con Jerry, se molesta con la atención del restorán y dice despreciar la literatura moderna, que constituye unos de sus principales campos profesionales como editor literario. Jerry, por su parte, no termina de comprender el comportamiento de su amigo, y menos aún intuye que él mismo es el causante del mismo. Este pasaje es significativo, puesto que ilustra claramente lo que la crítica ha tendido a llamar “la pausa de Pinter”: se trata de un silencio cargado de sentido; más aún, incluso, que la comunicación verbal. Aquí, el silencio de Robert podría interpretarse como: “Será mi esposa, pero sos vos el que se acuesta con ella”.
EMMA: Escuchá. Te tengo que decir algo.
JERRY: ¿Qué?
EMMA: Estoy embarazada. Fue cuando estuviste en Estados Unidos.
(Pausa).
EMMA: No fue ningún otro. Fue mi marido.
(Pausa).
JERRY: Sí. Sí, por supuesto.
(Pausa).
JERRY: Me alegro mucho por vos.
Esta escena vuelve a ilustrar el uso pinteriano de las pausas y los silencios para crear sentido y escatimar información en forma simultánea. De este modo, los diálogos se cargan de tensión, y el lector o espectador se ve obligado a completar el sentido entre los huecos de las conversaciones. Las dos pausas que se toma Jerry antes de responder a la noticia del embarazo de Emma se orientan en este sentido. La que antecede al “Sí. Sí, por supuesto” pone inmediatamente en duda la afirmación: ¿realmente cree que es Robert el padre? La segunda, antes de “Me alegro mucho por vos”, opera del mismo modo: ¿se alegra sinceramente, o más bien lo contrario?
Mirá cómo me mirás. No doy más, estoy entregado, estoy totalmente apaleado, vos me encandilás, sos un tesoro, mi tesoro, no voy a poder dormir nunca más, no, escuchá, es la verdad, no voy a poder caminar, voy a ser lisiado, voy a descender, voy a achicarme, hasta la parálisis total, mi vida está en tus manos, me estás relegando a esto, a un estado de catatonia, ¿sabés lo que es el estado de catatonia?, ¿eh?, ¿eh?, el estado de… donde el príncipe reinante es príncipe del vacío, príncipe de ausencia, príncipe de desolación. Yo te amo.
Hacia el final de la obra, vemos uno los primeros intentos de seducción de Jerry hacia Emma. Alcoholizado, Jerry avanza sobre ella en su dormitorio, durante una fiesta que organizan Robert y Emma. Cuando ella lo rechaza, Jerry le dirige este diálogo hiperbólico, incluso meloso. Cabe mencionar el hecho de que él se presente a sí mismo como un príncipe, mientras se refiere a ella como un tesoro, un objeto que se puede poseer, cuando no robar o saquear. De este modo, se refuerza una forma de machismo en este personaje que, a diferencia de la violenta misoginia de Robert, tiene que ver con ser un mujeriego, un hombre que concibe a las mujeres como objetos. Una historia tradicional de amor podría comenzar con una escena como esta. Sin embargo, los lectores y espectadores sabemos cómo termina la historia, lo cual tiñe la situación de un aura de cínico patetismo.