Narrador
El narrador de La Nueva Atlántida permanece anónimo durante toda la historia. Forma parte de la tripulación de un barco que, tras desviarse de su ruta, llega por azar a la isla de Bensalem. Aunque los isleños se muestran inicialmente reservados, terminan por recibirlos con hospitalidad, y el relato se configura como el testimonio de ese encuentro inesperado con una civilización desconocida.
A lo largo de la narración, el narrador adopta una actitud inquisitiva pero respetuosa, mostrando humildad frente a sus interlocutores y un creciente asombro por las costumbres, conocimientos y valores de los habitantes de Bensalem. De esta manera, su voz se convierte en un vehículo privilegiado para transmitir el ideal utópico que representa esta isla.
Funcionario del Estado de Bensalem
Este personaje sin nombre es el primero en interactuar con la tripulación al llegar a Bensalem. Representa la autoridad de la isla y entrega una nota oficial que prohíbe el desembarco, cumpliendo con la ley que restringe el acceso de extranjeros, salvo en casos de necesidad. Su papel introduce el tema del secretismo y el riguroso control estatal sobre los contactos con el exterior.
Guía
Cuando la tripulación llega por primera vez a la isla, un guía los conduce hasta la Casa de los Extranjeros. Les muestra sus alojamientos y les informa que hacía mucho tiempo que no recibían forasteros en Bensalem. Revela los valores morales de la isla al rechazar una gratificación por su trabajo, exclamando: “¿Cómo? ¡Pagado dos veces!” (12).
Gobernador de la Casa de los Extranjeros
La tripulación es invitada a abandonar el barco y alojarse en la Casa de los Extranjeros. Durante tres días se les permite descansar allí sin salir a conocer la ciudad. Pasado ese tiempo, son presentados al Gobernador, quien les extiende una invitación para permanecer en la isla durante seis semanas. A través de las palabras de este alto funcionario, el narrador conoce la historia antigua de Bensalem, su particular relación con el cristianismo y las distintas instituciones administrativas y gubernamentales que han convertido a la isla en una utopía.
San Bartolomé
Según cuenta el Gobernador de la Casa de los Extranjeros, la isla fue consagrada por San Bartolomé, apóstol de Jesucristo. Él dejó como señales una rama verde de palma, una Biblia y una carta dirigida a los habitantes de la isla, en la que les revelaba que eran amados y protegidos por Dios.
Salomona
Salomona fue un antiguo rey de Bensalem. Estableció muchas de las leyes que rigen la isla, haciendo énfasis en restringir el contacto con el exterior, pero también en fomentar la adquisición de conocimiento y la experimentación científica. Su figura remite al rey Salomón del Antiguo Testamento, símbolo de sabiduría y justicia, al que refiere también la Casa de Salomón.
Joabin
Joabin es un comerciante judío, miembro de una de las familias judías a las que se les permite permanecer en Bensalem y conservar su religión. Según la perspectiva del narrador, Joabin y los judíos de Bensalem tienen una visión mucho más reverencial de Jesucristo de la que suele encontrarse en el judaísmo tradicional. Joabin estima profundamente a los habitantes de Bensalem, a quienes considera descendientes de Abraham a través de su hijo Nachoran, y cree que Moisés ordenó las leyes de la isla. A través de Joabin, el narrador conoce los principios morales que rigen en Bensalem, especialmente en lo referido a la familia y el matrimonio.
Tirsán
El Tirsán es otro nombre para el patriarca de una familia que está compuesta por al menos treinta personas. El Tirsán es la figura principal en la Fiesta de la Familia, durante la cual selecciona a uno de sus hijos para que viva con él en su hogar. Esta elección es considerada un gran honor para el hijo seleccionado, y todo el ritual refleja el valor que los habitantes de Bensalem asignan a la familia como base organizadora de la vida utópica en su sociedad.
Padre de la Casa de Salomón
El padre de la Casa de Salomón recibe al narrador en una entrevista privada. Está vestido de manera ostentosa y transmite una impresión de bondad, respeto y sabiduría. Es a través del padre de la Casa de Salomón que el narrador aprende sobre la geografía de la isla, los distintos roles que existen dentro de la Casa, y las filosofías morales, políticas y científicas que rigen en toda la isla. El padre representa la síntesis entre fe y ciencia, al encarnar el ideal utópico de una comunidad dedicada al avance del conocimiento bajo un marco espiritual.
Integrantes de la Casa de Salomón
Aunque el narrador nunca llega a conocerlos personalmente, existen numerosos integrantes en la Casa de Salomón que contribuyen al conocimiento científico. Cada uno tiene un propósito concreto en la adquisición y síntesis del conocimiento. Los integrantes poseen títulos que reflejan sus roles particulares, como los Mercaderes de la Luz, un grupo de doce personas que viajan cada doce años por el mundo en busca de información sobre los avances y descubrimientos de otras civilizaciones.
