La Nueva Atlántida

La Nueva Atlántida Resumen y Análisis Tercera parte

Resumen

El Gobernador les relata a los exploradores que, entre todas las leyes y reformas del rey Salomona, la más trascendental fue la creación de la Casa de Salomón. Esta institución, orgullo y centro de la vida intelectual de Bensalem, está dedicada a la búsqueda del conocimiento y a la comprensión de las obras de Dios. Aunque la isla mantiene su aislamiento, Salomona ideó un modo de conectarse con el mundo exterior: cada doce años, un grupo selecto de hombres, llamados los Mercaderes de la Luz, parte en secreto para recolectar información sobre el arte, la ciencia, la cultura y los avances de otras civilizaciones.

Mientras la tripulación permanece en Bensalem, empieza a integrarse y a sentirse a gusto entre los habitantes. Dos de los exploradores son invitados a presenciar la Fiesta de la Familia, una ceremonia destinada a honrar al padre de familia que haya alcanzado a ver, en vida, al menos treinta de sus descendientes. Este festejo es financiado por el Estado y tiene una dimensión tanto festiva como moral: antes de la celebración, la familia se reúne para resolver disputas, ofrecer ayuda a quienes lo necesiten, reprender las malas conductas y establecer acuerdos sobre matrimonios y el futuro familiar. Durante la fiesta, el patriarca, a quien llaman Tirsán, distingue a uno de sus hijos pidiéndole que permanezca a su lado en su hogar. Este honor se simboliza mediante la entrega de un racimo de uvas de oro, por lo que el hijo elegido recibe el nombre de Hijo de la Vid.

Al cabo de una semana en la isla, el narrador entabla amistad con Joabin, un comerciante judío. En Bensalem, ciertas familias tienen permiso para conservar su religión, y el narrador observa que los judíos de la isla no se asemejan a los que ha conocido en otros países, donde, según comenta, muchos manifiestan odio hacia el nombre de Jesucristo. Joabin, por su parte, elogia la castidad de los habitantes de Bensalem: destaca que sus leyes prohíben la poligamia y sancionan los matrimonios sin el consentimiento paterno, aunque estos no son invalidados. Para Joabin, el pueblo de Bensalem representa el ideal de pureza, y contrapone esta virtud con la decadencia de otras civilizaciones, como la Europa de la época, que, según él, ha corrompido la santidad del matrimonio mediante su moral permisiva.

Análisis

La explicación del Gobernador sobre la Casa de Salomón marca un punto de inflexión en el relato. Es en este momento cuando el narrador –y, por extensión, el lector– empieza a vislumbrar los valores que sostienen la vida en Bensalem: un pueblo profundamente cristiano pero, al mismo tiempo, comprometido con la búsqueda constante del conocimiento. La Casa de Salomón, cuya estructura y propósito aún permanecen envueltos en misterio, se presenta como el símbolo máximo del equilibrio utópico: representa cómo la isla logra conservar su integridad moral al mismo tiempo que se mantiene en contacto con los avances del resto del mundo. Aunque los detalles sobre el funcionamiento de la Casa serán revelados más adelante, la descripción inicial del Gobernador deja en claro que Bensalem no solo se ocupa del bienestar de su propia comunidad, sino que también le interesa contribuir al progreso de la humanidad en su conjunto.

La rectitud moral de Bensalem se refleja de manera aún más tangible cuando, tras un tiempo, los exploradores reciben permiso para abandonar la Casa de los Extranjeros y recorrer la isla. El narrador describe su impresión al conocer a los habitantes y observar la ciudad: considera Bensalem “un espejo en el mundo merecedor de que el hombre se fijara en él” (28). Esta imagen refuerza el carácter idílico de la isla como un modelo de virtud y perfección, cuyos habitantes encarnan lo mejor de la humanidad.

El encuentro del narrador con Joabin confirma estas impresiones. El comerciante judío elogia la castidad de los habitantes de Bensalem, a la que llama “la nación virgen del mundo” (33), y destaca su superioridad moral frente a la Europa de la época, donde –según él– la santidad del matrimonio ha sido degradada por costumbres relajadas y corruptas que permiten la existencia de burdeles y cortesanas, prácticas prohibidas en Bensalem. Para los habitantes de la isla, el hecho de que tales cosas se toleren en otras tierras es lo que da lugar a que muchos hombres prefieran una vida de soltería o vean el matrimonio como un mero negocio. La Fiesta de la Familia, celebrada y admirada tanto por Joabin como por el narrador, simboliza los valores centrales de Bensalem: la prosperidad, el honor y la cohesión familiar.

En esta etapa del relato, los exploradores se han sumergido en la cultura de Bensalem y han comenzado a valorar el contraste entre el gobierno ético de la isla y la moral cristiana de Europa, que Bacon presenta como corrompida y alejada de su ideal original.