La luz en Bensalem
Cuando los exploradores le preguntan al Gobernador de la Casa de los Extranjeros cómo Bensalem se convirtió en una nación cristiana, este narra un evento milagroso: unos veinte años después de la ascensión de Jesucristo, los habitantes de la isla observaron en el mar "un gran pilar de luz en el mar [que] tenía la forma de una columna o cilindro y [que] ascendía del mar hacia el cielo". También vieron “una gran cruz luminosa, más brillante y resplandeciente que el fuste del pilar” (16). Esta imagen, convencional para representar la presencia de Dios, refuerza la asociación entre la divinidad y la luz. El relato del Gobernador sugiere así que Bensalem no solo fue guiada por la Providencia, sino que su misión utópica ha sido consagrada por Cristo mismo.
La vestimenta
La vestimenta funciona como un motivo relevante en La Nueva Atlántida que marca el estatus y la autoridad dentro de la sociedad de Bensalem. El atuendo del padre de la Casa de Salomón es la imagen más vívida de autoridad y sabiduría. Cuando llega a la ciudad, el padre es descrito como un hombre de aspecto gentil que inspira compasión. Sus vestimentas son de "buen paño negro, con amplias mangas y una esclavina", con una "ropa de debajo […] de excelente hilo blanco" que "le llegaba hasta los pies y estaba ceñida por un cinturón", y con una "estola [que] le rodeaba el cuello" (36). Esta indumentaria, junto con su porte silencioso y su gesto de bendición al pueblo, transmite una imagen de poder benevolente, sabiduría superior y una autoridad que trasciende lo meramente político, acercándolo a una figura sacerdotal o “iluminada”.
Las ceremonias
La imaginería ceremonial atraviesa todo el relato, desde la recepción inicial en la bien provista Casa de los Extranjeros hasta la audiencia privada entre el narrador y el padre de la Casa de Salomón. Sin embargo, donde este tipo de imágenes alcanza su punto más alto es en la Fiesta de la Familia: allí se celebra al Tirsán o patriarca y a uno de sus hijos, elegido como “Hijo de la Vid”, en un ritual lleno de símbolos, discursos, ornamentos y gestos de prosperidad familiar.
El Tirsán preside la ceremonia desde un sillón, bajo un “dosel redondo u ovalado hecho de hiedra […], adornado con plata y seda de diversos colores” (29), confeccionado por sus hijas. La ceremonia es orquestada por un Taratán (un heraldo) que porta y lee un “rollo de pergamino amarillo brillante” (30) con la carta de privilegio real que otorga rentas y honores al patriarca. Además, presenta un “racimo con el tallo y las uvas de oro” (Ibid.) esmaltadas de púrpura o amarillo verdoso, según el género predominante de los descendientes, que simboliza el número total de su prole y es entregado al "Hijo de la Vid", quien ha sido elegido para vivir con el Tirsán. De esta manera, la elaborada ceremonia no solo visualiza la prosperidad y el orden social, sino que también refuerza la cohesión moral, social y espiritual de la comunidad de Bensalem.
El progreso científico a través de los sentidos
Las descripciones de los avances científicos y tecnológicos de la Casa de Salomón se despliegan mediante un rico repertorio de imágenes sensoriales que reflejan el dominio de Bensalem sobre los elementos de la naturaleza.
Visualmente, se mencionan “grandes y profundas cuevas” (38) y “altas torres” (p.39) dedicadas a experimentos climáticos y de conservación, así como el uso de lentes que permiten “ver los objetos muy lejanos, en el firmamento y en los lugares remotos”, así como también “cuerpos muy diminutos” (43–44). El oído se activa con la presencia de “laboratorios de acústica” (45) que producen nuevas armonías e instrumentos musicales desconocidos en Europa. Para el gusto y el olfato, se describen “laboratorios de perfumería” capaces de multiplicar olores e “imitaciones del sabor” que pueden “engañar al paladar” (46).
La imaginación se enriquece también con imágenes como los “arcos iris artificiales” (45) y las manipulaciones sobre animales para “cambiar su color, tamaño y actividad” (42). De esta manera, la descripción del padre de la Casa de Salomón construye un retrato multisensorial de una sociedad que ha alcanzado un alto grado de bienestar material gracias al conocimiento sistemático del mundo natural.