La Nueva Atlántida

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El cristianismo

El cristianismo ocupa un lugar central en el desarrollo de la historia, al establecer un vínculo inmediato entre los marineros y los isleños. Cuando los exploradores llegan a la isla, solo se les permite desembarcar después de confirmar que profesan la fe cristiana. Una de las primeras preguntas que le hacen al Gobernador de la Casa de los Extranjeros es cómo se produjo la conversión de los habitantes al cristianismo, lo que genera en él una reacción favorable. Esta coincidencia religiosa sugiere que el cristianismo es presentado como la "verdadera" fe, compatible con la vida utópica. La isla, en este sentido, se dedica al estudio científico sin renunciar a sus valores cristianos, integrando fe y razón en un modelo armónico de sociedad ideal.

El conocimiento

El conocimiento es el pilar fundamental que sostiene la existencia y el funcionamiento de la Casa de Salomón, el centro vital de Bensalem. Durante su encuentro con el narrador, el padre de la Casa de Salomón le explica que todo en la institución gira en torno al aprendizaje y la comprensión profunda del mundo natural. Su labor consiste en adquirir, estudiar y sistematizar nuevos saberes, muchos de los cuales provienen de los Mercaderes de la Luz, emisarios que cada doce años viajan al extranjero para recolectar descubrimientos científicos y técnicos. El conocimiento que se cultiva en la Casa de Salomón es descrito como vasto, fructífero y más avanzado que el de cualquier otra civilización conocida, consolidando Bensalem como una sociedad guiada por la razón, la observación y la investigación.

La ciencia y el método científico

Vinculado estrechamente con el tema del conocimiento, aparece el de la ciencia y el método científico. Cuando el padre de la Casa de Salomón le describe su funcionamiento al narrador, expone, en esencia, los principios del método baconiano de investigación.

Francis Bacon, además de filósofo y político, fue también un hombre de ciencia, y se lo reconoce como uno de los impulsores del método científico que aún hoy guía la investigación moderna. En la visión utópica de Bensalem, la ciencia ocupa un lugar central: se valora la observación, la experimentación y el estudio sistemático como caminos hacia un conocimiento más profundo del universo. La Casa de Salomón encarna esta confianza en la razón empírica como motor del progreso humano.

La moral

A lo largo de la narración, el carácter moral de los habitantes de Bensalem es destacado repetidamente por el narrador y otros personajes. Hasta el más humilde es descrito como honesto, recto y comprometido con el bienestar colectivo y con la generosidad hacia los extranjeros. Esta conducta ejemplar contribuye al tono utópico del relato, ya que presenta una sociedad habitada por personas amables, solidarias y virtuosas. La moralidad de los isleños refleja su trasfondo cristiano, alineado con los valores de compasión y bondad predicados por Cristo en el Nuevo Testamento, lo que refuerza la idea de una comunidad donde la fe y la conducta ética están profundamente entrelazadas.

Costumbres y ceremonias

Las costumbres ocupan un lugar central en la vida de los habitantes de Bensalem, que buscan preservar su modo de vida con especial cuidado. Por eso, son muy selectivos respecto a quiénes pueden entrar en su comunidad. A su llegada, los exploradores deben permanecer durante varios días en la Casa de los Extranjeros, hasta que la población autoriza su libre circulación por ciertos sectores de la ciudad. Estas restricciones, lejos de ser arbitrarias, responden al deseo de proteger tanto a los visitantes como a la comunidad. Una de las ceremonias que la tripulación tiene la oportunidad de presenciar es la Fiesta de la Familia, en la que el patriarca de un linaje numeroso honra públicamente a uno de sus hijos, invitándolo a vivir con él. Esta celebración resalta los valores de unidad, respeto y vínculo familiar que estructuran la sociedad de Bensalem.

El secretismo

Al principio, la actitud reservada de los habitantes de la isla genera desconfianza: los exploradores no están seguros del tipo de comunidad que han encontrado, y no perciben completamente la hospitalidad de los isleños hasta ser recibidos en la Casa de los Extranjeros. Pero pronto descubren que ese secretismo responde a un principio fundamental de la sociedad. El rey Salomona, a quien consideran el legislador de Bensalem, estableció leyes para proteger a su pueblo de los efectos negativos del contacto indiscriminado con otras civilizaciones, como la guerra, la corrupción o la esclavitud. Por eso, una de las normas más estrictas es que nadie puede abandonar la isla, salvo los Mercaderes de la Luz, enviados especiales que viajan al exterior para recopilar conocimientos. Aunque los forasteros tienen permitido regresar a sus países, el Gobernador de la Casa de los Extranjeros señala que muchos eligen quedarse, atraídos por el estilo de vida de Bensalem, más justo, pacífico y ordenado que el de sus lugares de origen.

La degradación de Europa en la Edad Moderna

Como ocurre en muchas narraciones utópicas, La Nueva Atlántida incluye una crítica implícita al mundo exterior. En este caso, la mirada se dirige hacia la Europa de la que el propio Bacon forma parte. A través del personaje de Joabin, el texto señala que, mientras los habitantes de Bensalem viven con castidad y respeto por las normas morales, los europeos han corrompido los ideales cristianos del amor y el matrimonio, transformándolos en prácticas comerciales, como sucede en los burdeles. De este modo, la obra plantea una visión crítica de la Europa de comienzos de la Edad Moderna, e imagina un mundo alternativo donde se eliminen sus aspectos más degradantes en favor de una sociedad orientada al conocimiento, la virtud y la exploración científica.