El único médico en la cuarentena de ciegos es oftalmólogo
Es irónico que el único médico en el hospital psiquiátrico abandonado donde se recluye a los ciegos sea un oftalmólogo, ya que su especialidad resulta totalmente inútil en este contexto. La ironía cobra especial importancia dada la lectura alegórica que la novela posibilita, porque el médico representa, en buena medida, la institución médica en particular y la ciencia en general. En este sentido, la ironía reflejaría la inutilidad de la ciencia en un mundo de ciegos, es decir, según la propia alegoría, de ignorantes.
Son los maridos de las mujeres ultrajadas quienes deben ir a recoger la comida pagada con el ultraje
Es el narrador quien destaca la ironía de que, una vez violadas las mujeres de la primera sala con el objetivo de obtener comida a cambio, sean los maridos de dos de ellas quienes deben ir a recoger tal recompensa, y no alguno de los hombres solteros. La situación es especialmente irónica porque estos maridos, es decir, el médico y el primer ciego, se opusieron a que sus esposas accedieran a las exigencias de los malvados para recibir su ración.
El coronel que opinaba que había que matar a los ciegos se queda ciego
El coronel que opinaba que, en vez de custodiar el hospital psiquiátrico abandonado deberían limitarse a asesinar a los ciegos y eliminar así el problema de raíz, finalmente se queda ciego. Hay que aclarar que esta ironía dura poco, pues el militar se suicida, disparándose en la cabeza, llevando a cabo así su plan, al menos, consigo mismo.
La ceguera física permite a los personajes ver su ceguera mental previa
La ironía que recorre toda la novela es que la ceguera literal que ataca a la población en forma de epidemia les permite ver a sus víctimas la ceguera metafórica de la que eran víctimas en sus vidas cotidianas. Dando por sentados los progresos de la civilización a los que tenían acceso, eran ciegos al carácter extraordinario de sus privilegios, mientras que estos se vuelven evidentes cuando ya no están.