"Muerto el perro se acabó la rabia".
Esta cita se refiere al deseo del sargento de dejar morir a los internos, señalando que, si así lo hicieran, la enfermedad moriría con ellos. Este deseo se refleja en su voluntad de disparar primero y preguntar después. Irónicamente, este personaje quedará ciego antes de dispararse a sí mismo en la cabeza.
La cita también ejemplifica el frecuente uso de refranes, que irrumpe en el relato de forma constante, y son atribuidos tanto a la voz de los personajes como a la del narrador.
"El mundo está todo aquí dentro".
Esto le dice la mujer del médico a su esposo cuando ve a dos ciegos discutir sobre a cuál de los dos pertenece determinada cama. La mujer del médico lanza esta frase al observar que los hombres resuelven su desacuerdo reconociendo que el verdadero problema es que son ciegos, y no que no estén de acuerdo.
"Si no somos capaces de vivir enteramente como personas, hagamos lo posible para no vivir enteramente como animales".
Esta es una frase que, según el narrador, la mujer del médico repite con tanta frecuencia que se convierte en la máxima de la primera sala. En el manicomio, la situación se vuelve cada vez más insostenible, tanto en lo que respecta a las interacciones sociales como a nivel higiénico. Frente a estas crecientes dificultades, la esposa del médico insta a los otros a intentar mantener un mínimo de dignidad humana, resistiendo un declive total hacia la animalidad.
"(...) luchar fue siempre, más o menos, una forma de ceguera".
En esta cita se explicita la opinión del médico de que la epidemia les permitió reconocer que habían estado ciegos todo el tiempo. La incapacidad o la falta de voluntad de ver y reconocer el punto de vista de los demás siempre ha sido, según él, la forma más común de ceguera.
"Ni yo, tu cara".
En respuesta al ciego de la pistola, que la amenaza diciéndole que no olvidará su voz, la mujer del médico le responde con estas palabras, que, en el contexto de una ceguera generalizada, resultan ciertamente perturbadoras. A partir de este momento, los malvados comienzan a sospechar que ella no está realmente ciega.
"Y cuándo es necesario matar (...), Cuando está muerto lo que aún está vivo".
La mujer del médico se pregunta y se responde esto a sí misma luego de matar al ciego de la pistola. Esto puede referir a varias cosas y es intencionalmente ambiguo. En primer lugar, podría referirse, literalmente, al de la pistola. La esposa del médico entonces estaría justificando sus acciones, señalando que él ya estaba muerto, que ya era inhumano cuando lo mató. Pero también podría estar refiriéndose a sí misma; podría estar diciendo que el suceso no tenía gran importancia porque ella misma ya estaba muerta. Este sería sin duda el punto de vista más fatalista.
"Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos".
La muchacha de las gafas oscuras dice esto al escuchar al médico y al viejo discutir sobre la existencia y la naturaleza del alma. El médico dice que la vista es el único lugar donde podría decirse que está el alma. La chica de las gafas oscuras afirma que no es importante cómo llamamos ese algo extra, pero eso existe y es lo más importante que tenemos.
"No se pierda, no se deje perder".
El escritor que vive en la casa que era del primer ciego y su mujer le dice esto a la mujer del médico, cuando descubre que ella puede ver. Él lo ha logrado al seguir escribiendo, aunque no pueda ver. No es que quiera que otras personas lean sus escritos, sino que para él es importante escribir, simplemente, para confirmar su existencia. Reconoce que la esposa del médico podría enfrentar el mismo problema. Después de todo, tal vez esté más aislada que nadie, al ser la única que puede ver y, por tanto, la única testigo de todas las atrocidades que suceden a su alrededor.
"El tirador de la puerta es la mano tendida de una casa".
Este es otro de los numerosos proverbios que salpican el texto. Este es especialmente importante porque aparece en la parte de la historia en la que el grupo va buscando los hogares de cada uno de ellos. Se hace muy evidente lo importante que es pertenecer a algún lugar y de tener un hogar, aunque ese hogar solo lo constituya un grupo de personas que cuidan de uno.
"(...) no hay ciegos, sino cegueras".
El médico dice esto cuando los miembros de su grupo están en proceso de recuperar la vista. Comenta que cree que es posible que nunca hayan estado ciegos; de hecho, quizás haya sucedido todo lo contrario. Podría decirse que son realmente más ciegos cuando pueden ver, incapaces de darse cuenta de lo complicado y frágil que es el entramado social. Al decir que no hay ciegos, sino cegueras, el médico afirma que toda ceguera implica no solo no tener visión, sino no poder ver en un sentido más profundo; no poder ver qué quiere decir tu vecino, no poder ver el objetivo de la vida, etc.