Río subterráneo

Río subterráneo Metáforas y Símiles

“Iba adelantando por turno los troncos de mis piernas en aquel apoyo de equilibrista, sosteniéndome por el cuello del camisoncillo como a una muñeca grotesca” (Narradora, “Orfandad”, p.34) (Símil)

“Orfandad” narra la historia de una joven que sueña con su infancia, con el día en que perdió sus cuatro extremidades y a sus padres en un accidente. Ese día se despierta en un hospital y los familiares de su padre se presentan para verla. Lejos de consolarla, estos personajes comienzan a preguntarle al médico “¿Para qué salvó eso?” (34) y a burlarse de ella. Finalmente, uno de ellos la toma en brazos y comienza a jugar con ella mientras el resto ríe. Este relato da cuenta de la crueldad humana y del no reconocimiento como sujetos que los individuos diferentes sufren en la sociedad. La protagonista no se siente tratada como una persona sino como un objeto, como una ‘muñeca grotesca’. La comparación, en este punto, alude a la objetivación de la narradora de la historia por parte de sus parientes.

“Si hubieras visto alguna vez la llegada del río crecido (...) sabrías que él tuvo que salir de ese cuarto como el río de su cauce” (Narradora, “Río subterráneo”, p.42) (Símil)

La narradora le explica a su sobrino las circunstancias en torno a la muerte de su padre, Pablo, el día en que este escapó de su habitación para prenderse fuego en una casa aledaña. La comparación presenta la locura que dominaba a Pablo como una fuerza comparable a la del río que “arrastra casas, ganados, hombres” (42) y que es, por lo tanto, irrefrenable. De este modo, la narradora justifica el hecho de que ninguno de los hermanos haya podido impedir el suicidio de Pablo, ya que su locura superaba cualquier esfuerzo por parte de ellos. Inmediatamente después, se induce la posibilidad de que Pablo haya incendiado la casa para que su hijo nunca vaya a visitarla y prevenir de ese modo que él también se contagie de la locura que ataca fatalmente a todos los miembros de la familia: “Si entendieras esto, sabrías que el que incendiara una casa (...) no fue una casualidad (...). Tú, por ejemplo, puedes encargar a alguien que venda ese baldío, pero pensar que aquí hay una casa a tu nombre, te haría venir” (42).

“El recuerdo hinca en mí sus dientes venenosos” (Narradora, “En las sombras”, p.70) (Metáfora)

Consciente de que su marido la engaña, la protagonista de “En las sombras” reflexiona acerca de que, a pesar de haber sido tanto feliz como desgraciada en su vida, ahora “todo tiene el mismo significado, sólo sirve para que sienta más atrozmente la tortura” (70). El daño que le causa la infidelidad la lleva a estar en un pozo depresivo en el que ya no puede distinguir las cosas buenas ni las malas de su vida, ya que todo se encuentra dominado por la tristeza y la humillación. En medio de su reflexión, utiliza la metáfora aquí citada, en la que el recuerdo se presenta como una alimaña que la muerde y la lastima, envenenando su mente. Para ella, el dolor que le produce su marido no solo contamina su presente, sino que se extiende hacia su pasado y su futuro, generando una profunda desesperanza: “Toda mi vida arde ahora en una pira inútil, quemando el recuerdo en esta realidad sin redención, ardido va el futuro hueco” (70).

“Un gusano inmolado, no he sido otra cosa” (Narradora, “En las sombras”, p.76) (Metáfora)

La narradora de “En las sombras” sabe que su marido le es infiel y, aunque él es consciente de que ella está al tanto, ambos conviven haciendo de cuenta que no pasa nada. Un día, luego de que su marido le miente diciendo que volverá tarde por cuestiones laborales, la narradora comienza a sentirse profundamente deprimida y humillada: “Existe sin embargo una injusticia… yo podría ser esa mujer, esa aventurera, o ese amor. ¿Por qué él no lo sabe? Toda mi vida deseé” (75). Tras este pasaje, la narradora utiliza la metáfora del ‘gusano inmolado’ para caracterizarse a sí misma, consecuencia de saberse engañada y sin reconocimiento de su marido respecto del dolor que le causa. El gusano es un animal tradicionalmente asociado a lo despreciable por su aspecto, su tamaño y los lugares putrefactos en los que suele encontrarse. La inmolación refiere al sacrificio de una víctima; en este caso, al sacrificio del honor de la narradora en pos del amorío de su marido.

“Soy como el minotauro” (Don Hernán, “Las mariposas nocturnas”, p.87) (Símil)

Don Hernán es un rico hacendado de Eldorado que, con la ayuda de su amante Lótar, busca adolescentes vírgenes de su pueblo para acostarse con ellas a cambio de dinero. Según él, su práctica tiene un interés “de naturaleza coleccionista” (87), ya que no vuelve a tener relación con ellas tras el coito. Él se compara a sí mismo con el Minotauro, una reconocida bestia de la mitología griega. En el mito de Teseo, el Minotauro es un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre que vive en un intrincado laberinto situado en Creta, donde gobierna el rey Minos. Tras perder una guerra contra Creta, todos los años Atenas debe entregar catorce jóvenes provenientes de sus familias más nobles a modo de sacrificio, para que el Minotauro los devore. Don Hernán se concibe a sí mismo en relación con este monstruo mitológico, aunque en lugar de asesinar a sus víctimas, él se acuesta con ellas.

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