Río subterráneo

Río subterráneo Resumen y Análisis "Río subterráneo"

Resumen

Una mujer le escribe a su sobrino para explicarle cómo fue que ella y sus hermanos cayeron en la locura, y para convencerlo de que no vaya a su casa a visitarlos. Quiere, sobre todo, explicarle cómo es la vida que tuvieron. Ella es la más chica de los cuatro y la única que permanece viva; la que perpetúa el recuerdo de lo que pasó en esa casa: “Soy la guardiana de lo prohibido, de lo que no se explica, de lo que da vergüenza” (40). La casa en la que vive se encuentra rodeada, a un lado, por el terreno baldío de Sergio, uno de sus hermanos y, al otro, por las ruinas negras que quedaron donde estaba la casa de Pablo, otro de ellos, antes de que se suicide prendiéndose fuego allí. La casa en la que ella vive tiene cuatro habitaciones, una para cada uno, y una inmensa escalinata que desciende hacia el río.

La narradora recuerda la noche en que un grupo de tumultuosos saquearon todas las casas del pueblo, y hasta agredieron y asesinaron a algunos de sus habitantes. Ese fue el primer día en que ella se sintió parte de los hermanos. Antes de eso, Sofía y Sergio, con quienes vivía, eran íntimos entre sí, pero no con ella.

También recuerda cómo Sergio les enseñaba a ella y a Sofía; les hacía leer historia o les contaba relatos mitológicos. Durante este periodo ella aprendió todo sobre Pablo, el primero de los hermanos en enloquecer y, también, el padre del receptor de la carta. En un principio, Pablo era un hombre alegre y ruidoso, pero con el tiempo su alegría se transformó en violencia y locura. La demencia estuvo siempre acompañada por violentos alaridos que profería sin causa aparente.

Con los años, Sergio comienza a manifestar los primeros síntomas de locura y Sofía le enseña a su hermana cómo proceder con él. Sofía advierte las primeras señales en Sergio cuando este le dice que una angustia que no lo deja "pensar ni respirar" (49) lo aqueja. En ese momento, ambos hermanos se prometen no permitir que los alaridos surjan de ellos, porque de hacerlo ya no habría retorno, al igual que pasó con Pablo.

A diferencia de Pablo, Sergio no acude al médico para tratar su enfermedad, porque sabe que es en vano. En lugar de ello, Sofía lo estimula para que construya una enorme escalinata que vaya de la casa al río y que, de ese modo, mantenga su locura controlada: “Le hace falta apoyo. Algo real, material, a lo que pueda agarrarse” (51). A pesar de eso, la locura avanza paulatinamente sobre la mente de Sergio, quien comienza a pasar mucho tiempo absorto en sus pensamientos y sin comunicarse.

La narradora cree que Sergio se contagió cuando los médicos decidieron llevar a Pablo a la casa. El “alarido bestial” (54) que Pablo lanzaba constantemente fue lo que enloqueció a Sergio, quien pasó mucho tiempo intentando comprenderlo.

Finalmente le toca también a Sofía, quien comienza con los mismos gritos demenciales. Para no terminar como sus hermanos, la narradora intenta ignorar los gritos. Sabe que ellos no pueden evitar proferirlos, pero es consciente también de que, si les presta demasiada atención, se contagiará la locura.

La mujer termina su carta advirtiéndole a su sobrino que nunca vaya a visitarlos y que no intente comprenderlos. La vida es injusta con ellos, los locos, pero intentar explicar lo que les pasa es como intentar explicar la violencia de un río. Le pide que no piense más ni en la locura ni en ellos, y que ni se le ocurra dirigirles un poco de amor.

Análisis

Este relato le da el nombre a toda la selección de cuentos, hecho que vale la pena mencionar, puesto que la noción de ‘río subterráneo’ se presta como una clave de análisis en toda la narrativa de Inés Arredondo. Por este motivo, conviene analizar el modo en que dicha noción se presenta en este relato puntual, para luego vincularlo con el resto de los cuentos de la selección.

En un principio, entonces, debemos señalar que el texto presenta una comparación explícita entre la locura y el comportamiento de los ríos: “Si hubieras visto alguna vez la llegada del río crecido, oído cómo su ruido terrestre como un sismo llena el aire antes de que puedas ver la primera y terrible ola que arrastra ya casas, ganado, muertos, sabrías que él tuvo que salir de ese cuarto como el río de su cauce, y destruir y destruirse” (42). Aquí, la narradora alude a la muerte de su hermano Pablo, el primero en contagiarse de la locura que acabó con su vida y que luego se extendió hacia el resto de los hermanos. El río, como vemos, opera como una figura que simboliza la locura de este personaje: una fuerza que sobrepasa el control de las personas, al igual que las olas terribles del río sobrepasan los límites del cauce que lo contiene, arrasando con todo.

Por otro lado, la noción del calificativo "subterráneo" posee implicaciones que no se agotan en la trama de este relato. En secciones anteriores, retomamos la hipótesis de Claudia Albarrán acerca de que la narrativa de Arredondo esconde un elemento de misterio, un sentido oculto que exige una actitud activa por parte del lector para desentrañar el sentido de sus cuentos: “Inés introduce en los cuentos una serie de signos, de señales —más o menos complejas— que, si son percibidas por el lector, constituyen verdaderas herramientas para comprender la dimensión de lo narrado” (1998: 151).

La noción de lo subterráneo alude a esa dimensión misteriosa, a ese elemento oculto que se resignifica en este relato a partir del tema de la locura, entendida aquí como una fuerza que subyace en el fondo de la psiquis humana. Para comprenderlo cabalmente, basta señalar el modo en que la narradora caracteriza los gritos de sus hermanos enloquecidos: “El grito, el aullido, el alarido que está oculto en todos, en todo, sin que lo sepamos” (55). Como vemos, el grito simboliza la locura que se oculta en todas las personas amenazando con surgir algún día.

El grito se presenta, a su vez, como un sinsentido, ya que no posee un motivo que lo justifique: “La locura de tu padre gritaba para sí misma, no le gritaba a nada” (55). Por este mismo motivo, la narradora previene a su sobrino de no intentar comprenderlo, puesto que quien lo haga caerá también bajo su dominio. Esto es lo que sucede con los hermanos de la narradora, quienes, al enfermar Pablo, “Escucharon atentamente sus gritos inhumanos, se centraron en ellos” (41) y terminaron también enloqueciendo.

Al analizar el relato “Orfandad”, utilizamos la categoría de ‘lo abyecto’ como un concepto útil para el análisis. Este cuento permite asimismo su utilización. Para la filósofa Julia Kristeva, lo abyecto es una categoría tanto psicológica como política y estética que remite, entre otras cosas, a aquellos grupos sociales que son arrastrados hacia los márgenes de lo vivible debido a que su propia existencia pone en crisis la identidad misma del todo social. Inmigrantes, personas con discapacidades, locos, perversos son los cuerpos abyectos que, en su diferencia, cuestionan la homogeneidad del cuerpo social y pierden por eso reconocimiento estatal de sujetos.

La narradora de “Río subterráneo” es consciente de que la locura que invade a su familia los vuelve individuos abyectos, condenados por eso mismo a la soledad y el aislamiento. Ese es el motivo fundamental que la lleva a escribirle a su sobrino: “No salgas de tu ciudad. No vengas al país de los ríos. Nunca vuelvas a pensar en nosotros, ni en la locura. Y jamás se te ocurra dirigirnos un poco de amor” (57). De este modo, los temas de la soledad y la locura se vinculan en este texto para expresar la soledad inexorable que atraviesan las personas que no logran amoldarse a los códigos establecidos socialmente.

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