El dedo manchado de tinta (“2 de la tarde”) (Símbolo)
El relato “2 de la tarde” presenta los pensamientos de un hombre que, una tarde calurosa, aguarda para tomar el ómnibus que lo llevará a su casa luego de un día de trabajo. Mientras espera se percata de la presencia de una joven, a la que al principio desdeña por no considerarla atractiva: “No era su tipo” (17). Sin embargo, ello no le impide comenzar a observarla acosadoramente, e incluso tocarla sin su consentimiento. Eventualmente, la joven advierte su interés y le devuelve la mirada. En ese momento, él se da cuenta de su propio aspecto humilde y se enfurece con ella por considerarla una mujer de una clase social superior, incapaz de fijarse en un hombre como él: “Era un hombre pobre, seguramente no le habría parecido bien por eso” (19-20). Hacia el final del relato, este protagonista fija su atención en “el dedo manchado de tinta de ella” (22), que sugiere que la joven es bien una estudiante o una escritora. Esta mancha, así, simboliza el capital cultural de la joven, una marca de clase que contrasta con la apariencia sucia y gastada de la ropa de trabajo de él.
El grito (“Río subterráneo”) (Símbolo)
“Río subterráneo” presenta la historia de una familia de cuatro hermanos que van cayendo, uno a uno, en la locura y la muerte. A lo largo de las páginas, lo que se presenta como el signo más característico de la locura que los invade son los alaridos que profieren sin causa aparente: “la locura de tu padre gritaba para sí misma, no le gritaba a nada” (55). El relato se corresponde con una carta que una de las hermanas le escribe a su sobrino con el objetivo de evitar que vaya a visitarlos y, de ese modo, se hunda él también en la locura. Allí le informa que el modo en que la locura se fue contagiando de unos a otros fue a través de esos gritos, los cuales pierden a quien los oye cuando intentan interpretar su sentido.
De este modo, el grito de los locos posee una connotación simbólica en este cuento. Por un lado, representa la locura como una consecuencia de intentar encontrarle sentido a las cosas. Por el otro, es el representante de la propia locura que subyace en todas las personas, amenazando con surgir algún día: “El grito, el aullido, el alarido que está oculto en todos, en todo, sin que lo sepamos” (55).
El canario (“En Londres”) (Símbolo)
La protagonista de “En Londres” es una joven huérfana recientemente mudada a Londres, donde convive con sus hermanos. Desde el comienzo del relato, ella manifiesta no poder hacerse escuchar por sus hermanos, quienes la tratan como a una niña. Aunque ellos consiguieron posicionarse económicamente en poco tiempo, la situación de esta joven es bastante distinta, ya que su incapacidad para hacerse entender y valer le dificulta insertarse laboralmente y ser funcional para su familia. A ella le apasiona la música, por lo que un día sus hermanos le ofrecen comprarle un piano para que practique. Sin embargo, ella rechaza la oferta por no sentirse merecedora: “Yo me avergoncé de que fuera tan voluminoso, de media cola, y de que fuera mío” (60). En su lugar, entonces, decide comprarse un canario, que sitúa en la pared vacía en la que hubiera ubicado el piano.
El canario, a fin de cuentas, simboliza el deseo reprimido de este personaje de dedicarse a la música: “Lo cuidaba mucho, pero había dejado una pared despejada para el piano. Sabía que nunca estaría allí, porque mi voz no alcanzaría a pedirlo, pero contemplaba con amor la pared vacía” (61).
El fuete y la bata blanca (“Las mariposas nocturnas”) (Símbolos)
El fuete y la bata blanca son dos elementos de gran carga simbólica en el cuento “Las mariposas nocturnas”. En esta historia, don Hernán en un rico hacendado que tiene por costumbre pagarle a adolescentes vírgenes para acostarse con ellas, debido a lo que él mismo presenta como un interés “de naturaleza coleccionista” (87). Don Hernán tiene un gran poder, producto de su riqueza, y decide qué jóvenes elegirá para su colección al tocarlas con un fuete en el rostro, herramienta que también lo acompaña en el momento del coito.
Un fuete es el azote con el que se golpea a los caballos y otros animales del campo para que se muevan. Representa, en este relato, el propio poder de don Hernán, en tanto le confiere la potestad de tratar a los demás como animales. Por otro lado, don Hernán exige que las jóvenes con las que se va a acostar vistan una “bata blanca, inmaculada” (85) en el momento del acto. El blanco se asocia tradicionalmente a la pureza y la virginidad, por lo que su elección posee también un gran simbolismo en este texto.
Los objetos y muebles de Paula (“Atrapada”) (Símbolos)
“Atrapada” narra la vida de Paula, una joven que, tras casarse con un rico arquitecto llamado Ismael, va perdiendo la autonomía de su vida y modificando sus deseos y los aspectos más importantes de su identidad para satisfacer las demandas de su marido. Un día, tras aceptar sin quejas una infidelidad de Ismael, este compra una lujosa casona para vivir con ella. Paula se entusiasma con la idea y se dedica por un largo tiempo a acondicionar una de las habitaciones con los objetos y muebles de su infancia y su vida de soltera. Sin embargo, Ismael termina vendiendo la casa con todos sus objetos dentro sin consultarle. Cuando ella le reclama al respecto, él la acusa de estar demasiado aferrada a las cosas materiales:
—Basta, Paula. Tienes la avaricia de todas las mujeres. Los objetos son objetos, intercambiables, adquiribles, uno no puede pegarse a ellos, depender de ellos (146).
Para entonces, Paula ya ha renunciado a su deseo de ser madre y al vínculo con su familia para complacer a Ismael. Sin embargo, la venta de sus objetos presenta un momento de quiebre, simbolizando el golpe de gracia con el que renuncia a su identidad y a su pasado.