Resumen
Un hombre aguarda el autobús para volver a su casa luego de un día de trabajo. Como siempre, la calle está atestada de tráfico y de personas que intentan tomarse el mismo transporte. El calor, la suciedad, los gritos e insultos hacen la espera, ya de por sí demasiado larga, insoportable.
Eventualmente, una joven llega a esperar el mismo transporte. El hombre comienza a mirarla con descaro, pese a no considerarla atractiva: “No era su tipo” (17). A él le gustan las mujeres voluptuosas y ella, aunque no es fea, le parece demasiado alta y flaca. Con el objeto de incomodarla y burlarse de ella, continúa observándola sin disimulo, pero la joven no se percata de ello. Cuando llega el autobús, el tumulto de gente comienza a empujar para ingresar, pero el vehículo está lleno y no pueden hacerlo. El hombre aprovecha el amontonamiento para tocarle el muslo a la joven, quien se percata de ello y lo mira fijo, sin decirle nada.
Las personas vuelven a sus respectivos lugares y el hombre se da cuenta de que la joven lo mira desde lejos. En ese momento repara en su humilde atuendo y se avergüenza de que ella lo observe, de que advierta que es pobre. Sabe que las mujeres como ellas solo se interesan por hombres ricos y bien vestidos; hombres que las llevan a sacar licencias de conducir al Departamento. Resentido, imagina una situación en la que él es el jefe del Departamento y ella se presenta para hacer el examen: la rechazaría sin más y ella perdería esa mirada tan segura con la que lo observó hace unos momentos.
Recuperado su orgullo, el hombre dirige su mirada hacia la joven y la encuentra ahora en otro lugar, al lado de un pequeño árbol. Ella parece sacada de ese entorno de calor y suciedad, como si en lugar de estar allí estuviera en un “espacio increíble y hermoso”, un “paisaje marino” (22) del cual él siente volverse parte con solo observarla. Cuando finalmente llega el autobús, el hombre se acerca y la ayuda a subir cuidadosamente. Ella le responde con una sonrisa sincera. Tiempo después, cuando ella se baje del vehículo, el hombre ya no deseará conquistarla: simplemente se alegrará de haberla conocido.
Análisis
Este cuento es uno de los pocos de esta selección en los que el protagonista del relato no es una mujer. Sin embargo, no por ello deja de ser uno de los que mejor tematizan la violencia machista que las mujeres atraviesan en un mundo regido por lógicas patriarcales. En este caso, la historia presenta los pensamientos de un hombre que, mientras aguarda el autobús que deberá llevarlo a su casa después de un día de trabajo, se obsesiona con una joven que espera el mismo transporte que él.
Para explorar la psiquis de este personaje, Arredondo acude a la voz narrativa del monólogo indirecto —también conocida como discurso indirecto libre—, recurso que consiste en una narración de los acontecimientos en tercera persona, al tiempo que permite la intromisión de las reflexiones y pensamientos de los personajes en la misma. Gracias a ello, los lectores podemos hacer dialogar los acontecimientos del relato con la apreciación subjetiva que de ellos tiene el protagonista. De este modo, es posible apreciar el contraste entre su psiquis paranoica, obsesiva y acosadora con la tranquilidad manifiesta de la joven que es objeto de sus reflexiones.
El protagonista desprecia a la joven por su aspecto desde el momento en que la ve por primera vez. Ya desde estos primeros pensamientos, podemos advertir la personalidad misógina y superficial que sustenta sus reflexiones: “No, ni fijándose mucho; bonita podría ser, pero alta, y le faltaba gordura donde las mujeres deben tenerla” (17). Más aún, tras afirmar que no la desea, comienza a observar a otras mujeres del entorno, con el afán compararla y mofarse de ella: “A lo lejos estaban dos vendedoras de tacos, gordas, envejecidas y con carnes colgantes (...). Le hubiera gustado enseñárselas a la muchacha y hacerle ver que eran más deseables que ella” (18).
Sin embargo, pronto los lectores nos percatamos de la ironía que subyace a su deseo de humillarla, ya que, cuando advierte que la atención de la joven se dirige hacia él, su actitud altanera se revela frágil y superficial. Ahora es él quien se siente humillado, pues cobra conciencia de su vestimenta de “hombre pobre” (19) y considera que una mujer como ella nunca se fijaría en alguien como él. De este modo, pese a que intenta autoconvencerse de que no la desea, su comportamiento termina expresando exactamente lo contrario. Esto lo lleva a resentirse aún más con la joven y a imaginar situaciones posibles en las que podría vengarse de su supuesta arrogancia. Entretanto, la joven permanece impasible, por completo ajena a las especulaciones de su acosador: “Se la sentía consciente y feliz de que su pelo flotaba al viento, de que la ropa se pegara a su cuerpo” (22).
El tema de lo femenino, entendido como el conjunto de experiencias que atraviesan las mujeres en un mundo regido por costumbres y lógicas patriarcales, ocupa de esta manera un lugar central en este relato. Pero además, este tópico se relaciona, aunque de un modo secundario, con las tensiones producidas en la sociedad por las desigualdades de clase. Este protagonista considera que es su aspecto humilde el que ocasiona que una joven como ella, de clase social superior, sea inaccesible para él. De hecho, fija su atención en “el dedo manchado de tinta de ella” (22), lo cual sugiere que la joven tiene alguna vinculación laboral con la escritura. De este modo, la mancha simboliza un capital económico y cultural del cual él carece.