Lo femenino
De los doce cuentos que integran Río subterráneo, ocho se encuentran narrados por personajes femeninos. Del resto, es común que hayan personajes femeninos ocupando roles protagónicos o siendo objeto de reflexión por parte de los narradores.
El crítico Jorge Von Ziegles afirma que esto sucede porque, en la obra de Inés Arredondo, “Los dramas, las relaciones, el mundo cotidiano, las patologías, las pasiones y los dilemas reservados a las mujeres son su mundo narrativo” (1991: 104). A lo largo de estas páginas nos encontramos con mujeres protagónicas ejerciendo distintos roles sociales y viendo cómo sus deseos y anhelos de vida se frustran por encontrarse en un mundo dominado por hombres: madres que intentan salvar a sus hijos de la violencia del ejército, mujeres engañadas o ninguneadas por sus maridos, jóvenes acosadas por hombres en la calle, empleadas que no logran hacerse oír y valer. En suma, es posible asegurar que lo femenino se presenta como un tema central en Río subterráneo, donde, en palabras de Brianda Domeq, “Cada cuento es un intento de establecer lo femenino dentro del sistema anquilosado de valores, creencias y costumbres patriarcales” (1995: 243).
La soledad
Vinculado al tema de “La incomunicación”, la soledad es un tópico que atraviesa todos los relatos de Río subterráneo. Los distintos protagonistas que vemos aparecer en los cuentos presentan una subjetividad interior rica en reflexiones y sentimientos que no pueden, sin embargo, exteriorizar con los demás. De este modo, frente a la incapacidad de establecer lazos empáticos y comprensivos, los personajes de estos relatos terminan por apartarse y refugiarse en la soledad.
Para dar cuenta de la soledad de sus personajes, Arredondo acude tanto al uso de narradores en primera persona como al recurso del estilo indirecto libre, también llamado monólogo indirecto, recurso que permite la descripción en tercera persona de los acontecimientos, introduciendo en la voz narrativa enunciados y pensamientos propios de los personajes. De esta forma, consigue generar un contraste entre el mundo subjetivo de sus protagonistas, sus sentimientos y apreciaciones relativos a las cosas que le suceden, y lo que el resto de los personajes ignoran o deciden ignorar al respecto.
La experiencia del límite
La crítica tiende a coincidir en señalar a la experiencia del límite como uno de los temas fundamentales de toda la obra de Inés Arredondo. Sobre ello, Inés Ferrero Cándenas afirma: “Considero la experiencia del límite como eje discursivo que atraviesa la obra de Inés Arredondo, y parto de la creencia de que es en la colección de cuentos Río Subterráneo donde esta se manifiesta de forma más inminente” (2013: 148).
Si bien la definición acerca de qué es la experiencia del límite tiende a variar un poco entre los distintos críticos, suele haber consenso en que es la exposición al mal, lo perverso, la locura y la muerte —en suma, el sufrimiento— lo que lleva a los personajes de Arredondo a experimentar estados en los que las fronteras de su propia identidad y de lo que es “el bien y el mal, lo bello y lo feo, lo placentero y lo doloroso, lo sagrado y lo profano" (González López, 2005: 159) se vuelven dudosas. La experiencia del límite, en otras palabras, supone una transgresión que puede experimentarse de dos modos distintos: como transgresión de los límites que definen la propia identidad de los personajes y como transgresión de los códigos éticos y morales de la sociedad.
La incomunicación
Es indudable que la narrativa de Inés Arredondo ofrece una perspectiva profundamente negativa y pesimista de las relaciones interpersonales. En sus cuentos, la incomunicación, lo no dicho, la falta de entendimiento y de comprensión entre los personajes ocupan un lugar central. Este tópico puede ser rastreado de diversas maneras a través de los cuentos.
En varios de los casos, el tema de la incomunicación se materializa en personajes femeninos que no consiguen —o no se permiten— hacerse oír en espacios de dominación masculina. Este es el caso de “Atrapada” y “En las sombras”, cuentos en los que se tematiza la sumisión de la mujer y la obturación de su deseo en el matrimonio.
Otros cuentos presentan este tópico en relación con la locura, a las dificultades que atraviesan las personas con diversas afecciones mentales para transmitir lo que les sucede. Más aún, la incomunicación también se presenta asociada a las diferencias idiomáticas, —como en “Las palabras silenciosas”—, en la imposibilidad de los niños de hacerse oír —como en “Orfandad”, “Apunte gótico” e, incluso, “En Londres”—, o como un efecto de la sumisión que sufren las personas frente al poder del Estado —como en “Los inocentes”—.
El mal
El mal se presenta como una constante a través de los relatos que integran Río subterráneo y se asocia, en palabras del crítico Alfredo Rosas Martínez, a la idea de la perversión y el desvío: “El desvío es en sentido contrario. Si la dirección hacia delante es la correcta, ésta tiene que ver con el bien; la dirección contraria tendrá que ser incorrecta y estar en relación con el mal” (2010: 15). Este desvío o perversión que arrastra a los personajes de Arredondo hacia el mal puede operar a través de diversos ámbitos: en el religioso, a través de la perversión de las normas divinas; en el moral, a través de la transgresión de las costumbres socialmente admitidas —ello incluye, sobre todo, las sexuales—; en el jurídico, que atañe al desacato a las leyes y el derecho.
Aunque la presencia del mal puede ser rastreada en la mayoría de los relatos aquí analizados, es quizá en “Atrapada” donde su centralidad se vuelve más explícita, consecuencia de la autoconciencia que cobra la protagonista de su transformación interior, motivada por la influencia nociva de su marido:
¿Has oído hablar de la no resistencia al mal? Uno no lucha más que con sus pasiones; con nada externo ¿ves?, y no es otra cosa que un agente receptor, una esponja que absorbe todo el mal y no lo rechaza ni lo devuelve, sino que se queda con él dentro, y lo rumia, lo envuelve, lo fracciona, hasta que puede digerirlo y con eso aniquilarlo (136).
La locura y las afecciones mentales
Individuos neuróticos, perversos, depresivos, narcotizados, paranoicos; es tan reiterado el uso de personajes dementes o irracionales en la narrativa de Arredondo que resulta difícil definir su obra sin toparse con el tema de la locura. Sin embargo, basta un breve recorrido por sus diferentes cuentos para ver que este tópico tan fundamental no se presenta en todos de la misma manera. Desde la locura vista como algo familiar, heredado y contagioso —como es el caso de “Río subterráneo”—, hasta la profunda depresión que ocasiona la muerte de un ser querido —como “En los inocentes”—, o los pensamientos neuróticos y obsesivos que genera la insatisfacción conyugal —como en “En las sombras” y “Atrapada”—, la presencia de las afecciones mentales y la locura va asumiendo distintas facetas a lo largo de las páginas de esta obra.
La elección por parte de Arredondo de narradores en primera persona o el recurso del monólogo indirecto, que consiste en el uso de una tercera persona en la que se inmiscuyen las reflexiones y los pensamientos de los personajes, resulta crucial para que los lectores tengamos un acceso directo a la psiquis de los protagonistas. A su vez, nos permite comprobar que, muchas veces, las afecciones mentales que padecen no son más que una consecuencia de la hostilidad del entorno en el que viven.
El amor
El amor es otro de los temas centrales de Río subterráneo. La mayoría de los personajes que se presentan en los cuentos buscan incansablemente el amor de un otro. Aunque este tópico puede rastrearse en distintos planos, como el amor maternal o fraternal, lo cierto es que tiende a encontrarse entramado en relación a los vínculos de pareja.
Cabe mencionar, sin embargo, que la mirada de Arredondo acerca del amor no suele ser muy positiva. Como bien señala la especialista en la obra arredondiana, Claudia Albarrán, “Su mirada está concentrada en el agusanamiento de las relaciones de pareja, en la imposibilidad del amor, en la fuerza destructiva de la pasión, en la triangulación del deseo, en los pequeños gestos y detalles que corroen las relaciones humanas” (1998: 164). En otras palabras, la narrativa de Arredondo problematiza la cuestión del amor a partir de las consecuencias funestas que este tiene en los personajes —sobre todo femeninos— que lo anhelan: las parejas fracasan porque los participantes no logran comunicarse entre sí o se encuentran tan egoístamente ensimismados que no consiguen comprender las necesidades del otro, la insatisfacción sexual y afectiva define los vínculos y los lleva a la infidelidad, y la insuperable sensación de soledad y desesperanza acaba con toda posibilidad de un vínculo feliz.