La boda es tan perfecta y adecuada como podría desearlo la sociedad neoyorquina. Pero Archer está confundido. En cierto momento ve a alguien que le recuerda a Ellen y recupera el ánimo. En realidad se siente más un espectador que un novio en su propia boda.
Después de la ceremonia, él y May se van en el carruaje. Conversan de temas banales aunque él está emocionalmente confundido.
Cuando se dirigen hacia Rhinebeck, a la casa que las tías du Lac de Archer les han prestado para pasar su luna de miel, Archer piensa en su nueva esposa y su negligencia.
“Quizás esa facultad de negligencia era lo que les daba transparencia a sus ojos, y a su rostro el arte de representar a un tipo de gente más que a una persona; como si hubiera sido escogida para posar para la Virtud Civil o para una diosa griega”. Capítulo 19, página 154.
Cuando llegan a la estación de tren, el cochero de los van der Luyden los está esperando. Le dice a Archer y a May que encontraron un escape de agua en la casa du Lac, lo que hace imposible que se queden allí, pero les informa que Mr. y Mrs. van der Luyden les ofrecen la casa del Protector, en su propiedad. May está emocionada con la idea de quedarse en la pequeña cabaña, la que Ellen le había descrito en una ocasión con mucho entusiasmo. Archer se siente por un momento abrumado ante la idea de pasar su luna de miel en un lugar que le trae tantos recuerdos de Ellen, pero simula estar emocionado por May... e incluso se convence de que ellos serán felices.