Archer llega a la casa de la Condesa Olenska a las 5:30 de la noche siguiente. Se pregunta si su visita es correcta, porque al fin de cuentas no se lo contó a May. Luego recuerda que May en la ópera le pidió que fuera amable con su prima; concluye que May no se preocupará si él visita a Ellen sin que ella lo sepa. Archer siente curiosidad por saber porqué Ellen lo citó.
Ellen no se encuentra en su casa. Su doncella, Nastasia, abre la puerta y lo conduce hasta una habitación con todo tipo de cosas excéntricas y exóticas. Mientras mira la habitación, imagina el resto de su vida junto a May en la casa que será de su propiedad:
El joven sintió que su destino estaba sellado: para el resto de su vida subiría cada noche entre las barandillas de hierro fundido de aquel umbral color amarillo-verdoso, atravesaría un recibidor pompeyano y entraría en el vestíbulo con zócalo de madera amarilla barnizada. Pero su imaginación no podía ir más allá”. Capítulo 9, página 63.
Seguimiento de tema: Matrimonio 6
Archer espera un largo rato, preguntándose porqué Ellen lo invitó y luego se olvidó de él.
Finalmente, se escucha un ruido en la calle y se ve a Julius Beaufort ayudando a Ellen a bajar del carruaje. Ellen entra sola a la habitación. No muestra sorpresa al ver a Archer esperándola.
Conversan sobre varios temas. Archer aprende sobre las frustraciones de Ellen en Nueva York. Frustraciones con las reglas implícitas sobre lo que es apropiado y lo que no, frustraciones con la complicada y poderosa red de la sociedad. Archer ve a la sociedad neoyorquina a través de los ojos de Ellen. Ellen piensa que la razón del poder de los van der Luydens es que tienen poco contacto con la gente. Archer se sorprende al darse cuenta que ella ha descubierto el secreto de esas dos personas por las que él siempre había tenido mucho respeto.
Seguimiento de tema: Poder 4
Finalmente Ellen le confiesa que vive en una insoportable soledad. Comienza a llorar y él se mueve rápido para consolarla y le toma su mano.
En ese momento íntimo, Nastasia asoma la cabeza en la habitación para anunciar la llegada del Duque de St. Austrey y de su amiga Mrs. Struthers. Ellen rápidamente vuelve a su papel de buena anfitriona. Archer siente deseos de irse, se disculpa y sale a calle.
Una vez fuera de la casa de Ellen, sus pensamientos vuelven a May. Archer se da cuenta que olvidó enviarle a su prometida su caja diaria de lirios silvestres. Cuando se detiene en la florería para ordenarlo, le llama la atención un ramo de rosas amarillas. Al principio, piensa enviárselas a May. “Nunca había visto unas tan doradas como el sol, y su primer impulso fue enviárselas a May en lugar de los lirios. Pero no se parecían a ella, tenían algo demasiado vivo, demasiado fuerte en su ardiente belleza”. Capítulo 9, página 69.
Casi sin pensarlo, ordena una caja de rosas amarillas y en el sobre pone la dirección de Ellen y una tarjeta personal. En el momento en que se está yendo, quita la tarjeta y deja sólo el sobre vacío.