En la noche de la cena de los van der Luyden, Archer mira a Ellen entrar al salón. Aunque la mayoría de la sociedad neoyorquina está de acuerdo en que había “perdido sus encantos”, Archer discrepa:
“Pero tenía la misteriosa autoridad de la belleza, una seguridad en la postura de la cabeza y el movimiento de los ojos que, sin ser para nada teatral, le llamó la atención por ser extremadamente diestro y consciente de su poder”. Capítulo 8, página 55-56.
La cena es todo lo formal que puede ser. Sin embargo, Ellen ignora las costumbres sociales implícitas esperadas en ocasiones tan importantes. Después de la comida, habla con el Duque por un rato y luego se para, lo deja y se sienta cerca de Archer. A Archer le emociona escuchar que Ellen encuentra insulso al Duque pero además que exprese sus opiniones.
Cuando están hablando, May entra junto a su madre e inmediatamente es rodeada por un enjambre de invitados. Como su prometida está ocupada, Ellen le pide a Archer que se quede con ella un poco más. Cuando ella levemente toca su rodilla con su abanico de plumas “lo emocionó como si fuera una caricia”. Archer está de acuerdo, aún cuando se da cuenta que está rompiendo con una norma social implícita como es la de hablar en forma intima con ella en el sofá.
Mr. van der Luyden se acerca a ellos con un invitado que desea conocer a Ellen. Archer de pronto se da cuenta de la desaprobación de su anfitrión y rápidamente ofrece su asiento. Cuando se va, Ellen le dice que espera que lo visite la noche siguiente.