Han pasado diez días desde que Ellen se fue para Washington. Mrs. Mingott se siente dolida de que Ellen no se quede y cree que se va por aburrimiento. Archer no ha sabido nada de ella. Ella le devolvió la llave del lugar del encuentro de ellos; llegó a su oficina en un sobre cerrado y con la dirección escrita con su letra. Aunque Ellen vuelve a Europa, no vuelve con el Conde. Archer aún sigue pensando en abandonar Nueva York e ir tras ella a Francia.
May decide organizar una fiesta de despedida para Ellen, la primera gran fiesta que ella y Archer realizarán como esposos. Todas las personas importantes de la sociedad neoyorquina están ahí (a excepción de los Beaufort que han caído en desgracia). Ellen llega y luce pálida y cansada, pero a Archer no le preocupa: la ama aún más. Archer y Ellen se sientan juntos en la cena, pero hablan de cosas sin importancia.
Durante la cena, Archer se da cuenta que los chismes de los invitados acerca del caso Beaufort son en cierta forma una advertencia para él. Finalmente entiende que la sociedad neoyorquina cree que él y Ellen son amantes y que May lo sabe también. Al mismo tiempo, se da cuenta que su familia y sus amigos nunca le hablarán sobre el tema.
“La silenciosa organización que mantenía unido a su pequeño mundo, estaba determinada a demostrar que jamás, ni por un momento, cuestionó la corrección de la conducta de madame Olenska, como tampoco la felicidad conyugal de Archer”. Capítulo 33, página 267.
Cuando está lista para irse, Archer ayuda a Ellen a ponerse su abrigo. Le dice adiós y luego agrega “aunque te veré pronto en París”.
Sin embargo, Ellen le hace saber que hará fracasar su plan; lo invita a que venga con May.
Después que los invitados se van, Archer intenta decirle a May que ama a Ellen. Nuevamente, ella lo detiene, le dice que está embarazada y que desde esa mañana lo sabe con certeza. Mrs. Welland, Mrs. Archer y Ellen también lo saben. Archer escucha todo esto asombrado. Recuerda la conversación entre May y Ellen, que tuvo lugar dos semanas antes. May entonces no estaba segura de estar embarazada, pero no era lo que le importaba. Le dijo a Ellen que estaba embarazada aunque no sabía si era cierto. Archer le pregunta cómo se lo pudo decir si no estaba segura. En la batalla de las cosas no dichas, May da la estocada final: “No; todavía no estaba segura ese día, pero le dije que lo estaba. ¡Y ya ves que tenía razón!, exclamó, con los ojos azules húmedos de victoria”. Capítulo 33, página 270.
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